los postimpresionistas continuaron utilizando colores vivos, una aplicación compacta de la pintura, pinceladas distinguibles y temas de la vida real, pero intentaron llevar más emoción y expresión a su pintura. Aunque los postimpresionistas basaron sus obras en el uso del color experimentado por los impresionistas, reaccionaron contra el deseo de reflejar fielmente la naturaleza y presentaron una visión más subjetiva del mundo.
Los principales artistas de este movimiento son Paul Cézame, Paul Gauguin, Georges Seurat, Paul Signac, Henri de Toulouse-Lautrec, Vincent Van Gogh, Ferdinand Hodler y Edvard Munch.
Eugème Henri Paul Gauguin (1848 -1903) fue un pintor postimpresionista. Jefe de la filas de la Escuela de Pont-Aven e inspirador de los Nabis, desarrolló la parte más distintiva de su producción en el Caribe y en Oceanía, volcándose mayormente en paisajes y desnudos muy audaces para la época por su rusticidad y colorido rotundo, opuestos a la pintura burguesa y esteticista predominante en la cultura occidental.
Su obra está considerada entre las más importantes de los pintores franceses del siglo XIX y mantuvo su influjo más tiempo que los impresionistas, contribuyendo decisivamente al arte moderno del siglo XX. Sus experimentos sobre el color y, en general, el conjunto de sus obras influyeron en la evolución de la pintura, tanto en Picasso como en el expresionismo alemán, y tuvieron especial impacto sobre el auvismo.
La visión tras el sermón, también llamado La lucha de Jacob con el ángel está realizado en óleo sobre lienzo. Esta obra la pintó el autor durante una segunda estancia en Pont-Aven, obra en la que pretende representar, según él mismo señala la simplicidad rústica y supersticiosa. Es una obra característica de la escuela de Pont-Aven.
La visión tras el sermón contiene los elementos
esenciales de la poética de Gauguin. El artista quería dar una forma al
sentimiento de la gente, que creía ver la lucha de Jacob con el ángel a la salida
de la iglesia. Un grupo de campesinas ve la escena de la lucha, que Gauguin
traza de un dibujo del gran maestro japonés Hokusai,
adaptando a un luchador de sumo a la iconografía
occidental del ángel. La influencia de la estampa japonesa se evidencia asimismo en
la rama del manzano.
Este árbol, situado en diagonal separa simbólicamente la esfera de la realidad
de aquella de la imaginación.